sábado, 26 de abril de 2014

BIOGRAFÍA DE LEWIS CARROLL




Lewis Carroll
Lewis Carroll
(27/01/1832 - 14/01/1898)

Lewis Carroll 
Charles Lutwidge Dodgson 

Escritor y matemático inglés 



Nació el 27 de enero de 1832 en DaresburyCheshire (Inglaterra). Hijo de un pastor protestante, fue el mayor de 11 hijos: cuatro varones y siete niñas, todos ellos tartamudos. 

Cursó estudios en la Universidad de Oxford donde obtuvo el grado de bachiller y se recibió de preceptor. Fue ordenado diácono de la Iglesia Anglicana en 1861 y enseñó Matemáticas, de 1855 a 1881. Su tartamudez y sus dudas doctrinales no fueron los únicos obstáculos que le impidieron entrar al sacerdocio. Su profesión de matemático le gustaba, aún cuando no destacase extraordinariamente como tal; y, además, se resistía a someterse a ciertas reglas impuestas por la costumbre a los que se ordenaban sacerdotes. Por ejemplo, no hubiera podido asistir al teatro y estaba decidido a no abandonar este entretenimiento. Padeció de insomnios durante toda su vida y pasaba noches enteras despierto. Escribió diversos libros sobre la materia y el más interesante de ellos se titula: Euclides y sus modernos rivales

Desde los 13 años y junto a sus hermanos, se dedica a la publicación de pequeñas revistas literarias que él mismo redacta y en ocasiones también ilustra, para el uso de los invitados del presbítero de Croft (Yorkshire) donde ejerce su padre: The Rectory Magazine, La Comète, Le Bouton de Rose, l'Etoile, le Feu Follet, The Rectory Umbrella , etc., con poemas y canciones que él compone, una sección de "cartas al director" y breves parodias de novelas contemporáneas. 

A partir de 1855 escribe, ya bajo el nombre de Lewis Carroll, poemas para el The Train. Publica una colección de poesías con el título de Phantasmagoria and Other Poems en 1869, y otro poema largo,The Hunting of the Snark (La Caza del Snark) en 1876. Con su verdadero nombre, Dodgson, publica numerosas obras de matemáticas y un tratado de lógica del que solamente llegará a publicar la primera parte en 1896. 

En 1865 publicó una de sus obras más conocidas: Alicia en el país de las maravillas. Después escribiría, La caza del Snark (1876), y una novela, Silvia y Bruno (1889-1893). 

Le encantaban los niños, para los que escribió miles de cartas, que a su muerte fueron recopiladas con el título de Cartas de Lewis Carroll (1979). Además de dedicarse a la escritura, tuvo una gran afición por lafotografía. Realizó retratos como los de la actriz Ellen Terry y los poetas lord Alfred Tennyson y Dante Gabriel Rossetti. En 1880 dejó esta afición por numerosas críticas que recibió ya que fotografió a niñas desnudas. 

Lewis Carroll falleció el 14 de enero de 1898 en Guilford (Surrey). 


Capítulo de Alicia en el País de las Maravillas 

EN LA MADRIGUERA DEL CONEJO: 

Alicia empezaba ya a cansarse de estar sentada con su hermana a la orilla del río, sin tener nada que hacer: había echado un par de ojeadas al libro que su hermana estaba leyendo, pero no tenía dibujos ni diálogos. «¿Y de qué sirve un libro sin dibujos ni diálogos?», se preguntaba Alicia. 
Así pues, estaba pensando (y pensar le costaba cierto esfuerzo, porque el calor del día la había dejado soñolienta y atontada) si el placer de tejer una guirnalda de margaritas la compensaría del trabajo de levantarse y coger las margaritas, cuando de pronto saltó cerca de ella un Conejo Blanco de ojos rosados. 
No había nada muy extraordinario en esto, ni tampoco le pareció a Alicia muy extraño oír que el conejo se decía a sí mismo: «¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Voy a llegar tarde!» (Cuando pensó en ello después, decidió que, desde luego, hubiera debido sorprenderla mucho, pero en aquel momento le pareció lo más natural del mundo). Pero cuando el conejo se sacó un reloj de bolsillo del chaleco, lo miró y echó a correr, Alicia se levantó de un salto, porque comprendió de golpe que ella nunca había visto un conejo con chaleco, ni con reloj que sacarse de él, y, ardiendo de curiosidad, se puso a correr tras el conejo por la pradera, y llegó justo a tiempo para ver cómo se precipitaba en una madriguera que se abría al pie del seto. 
Un momento más tarde, Alicia se metía también en la madriguera, sin pararse a considerar cómo se las arreglaría después para salir. 
Al principio, la madriguera del conejo se extendía en línea recta como un túnel, y después torció bruscamente hacia abajo, tan bruscamente que Alicia no tuvo siquiera tiempo de pensar en detenerse y se encontró cayendo por lo que parecia un pozo muy profundo. 
O el pozo era en verdad profundo, o ella caía muy despacio, porque Alicia, mientras descendía, tuvo tiempo sobrado para mirar a su alrededor y para preguntarse qué iba a suceder después. Primero, intentó mirar hacia abajo y ver a dónde iría a parar, pero estaba todo demasiado oscuro para distinguir nada. Después miró hacia las paredes del pozo y observó que estaban cubiertas de armarios y estantes para libros: aquí y allá vio mapas y cuadros, colgados de clavos. Cogió, a su paso, un jarro de los estantes. Llevaba una etiqueta que decía: MERMELADA DE NARANJA, pero vio, con desencanto, que estaba vacío. No le pareció bien tirarlo al fondo, por miedo a matar a alguien que anduviera por abajo, y se las arregló para dejarlo en otro de los estantes mientras seguía descendiendo.
«¡Vaya! », pensó Alicia. «¡Después de una caída como ésta, rodar por las escaleras me parecerá algo sin importancia! ¡Qué valiente me encontrarán todos! ¡Ni siquiera lloraría, aunque me cayera del tejado!» (Y era verdad.) 
Abajo, abajo, abajo. ¿No acabaría nunca de caer? 
--Me gustaría saber cuántas millas he descendido ya --dijo en voz alta--. Tengo que estar bastante cerca del centro de la tierra. Veamos: creo que está a cuatro mil millas de profundidad... 
Como veis, Alicia había aprendido algunas cosas de éstas en las clases de la escuela, y aunque no era un momento muy oportuno para presumir de sus conocimientos, ya que no había nadie allí que pudiera escucharla, le pareció que repetirlo le servía de repaso. 
--Sí, está debe de ser la distancia... pero me pregunto a qué latitud o longitud habré llegado. 
Alicia no tenía la menor idea de lo que era la latitud, ni tampoco la longitud, pero le pareció bien decir unas palabras tan bonitas e impresionantes. Enseguida volvió a empezar. 
--¡A lo mejor caigo a través de toda la tierra! ¡Qué divertido sería salir donde vive esta gente que anda cabeza abajo! Los antipáticos, creo... (Ahora Alicia se alegró de que no hubiera nadie escuchando, porque esta palabra no le sonaba del todo bien.) Pero entonces tendré que preguntarles el nombre del país. Por favor, señora, ¿estamos en Nueva Zelanda o en Australia? 
Y mientras decía estas palabras, ensayó una reverencia. ¡Reverencias mientras caía por el aire! ¿Creéis que esto es posible? 
--¡Y qué criaja tan ignorante voy a parecerle! No, mejor será no preguntar nada. Ya lo veré escrito en alguna parte. 
Abajo, abajo, abajo. No había otra cosa que hacer y Alicia empezó enseguida a hablar otra vez. 
--¡Temo que Dina me echará mucho de menos esta noche ! (Dina era la gata.) Espero que se acuerden de su platito de leche a la hora del té. ¡Dina, guapa, me gustaría tenerte conmigo aquí abajo! En el aire no hay ratones, claro, pero podrías cazar algún murciélago, y se parecen mucho a los ratones, sabes. Pero me pregunto: ¿comerán murciélagos los gatos? 
Al llegar a este punto, Alicia empezó a sentirse medio dormida y siguió diciéndose como en sueños: «¿Comen murciélagos los gatos? ¿Comen murciélagos los gatos?» Y a veces: «¿Comen gatos los murciélagos?» Porque, como no sabía contestar a ninguna de las dos preguntas, no importaba mucho cual de las dos se formulara. Se estaba durmiendo de veras y empezaba a soñar que paseaba con Dina de la mano y que le preguntaba con mucha ansiedad: «Ahora Dina, dime la verdad, ¿te has comido alguna vez un murciélago?», cuando de pronto, ¡cataplum!, fue a dar sobre un montón de ramas y hojas secas. La caída había terminado.
Alicia no sufrió el menor daño, y se levantó de un salto. Miró hacia arriba, pero todo estaba oscuro. Ante ella se abría otro largo pasadizo, y alcanzó a ver en él al Conejo Blanco, que se alejaba a toda prisa. No había momento que perder, y Alicia, sin vacilar, echó a correr como el viento, y llego justo a tiempo para oírle decir, mientras doblaba un recodo: 
--¡Válganme mis orejas y bigotes, qué tarde se me está haciendo! 
Iba casi pisándole los talones, pero, cuando dobló a su vez el recodo, no vio al Conejo por ninguna parte. Se encontró en un vestíbulo amplio y bajo, iluminado por una hilera de lámparas que colgaban del techo. 
Habia puertas alrededor de todo el vestíbulo, pero todas estaban cerradas con llave, y cuando Alicia hubo dado la vuelta, bajando por un lado y subiendo por el otro, probando puerta a puerta, se dirigió tristemente al centro de la habitación, y se preguntó cómo se las arreglaría para salir de allí. 
De repente se encontró ante una mesita de tres patas, toda de cristal macizo. No había nada sobre ella, salvo una diminuta llave de oro, y lo primero que se le ocurrió a Alicia fue que debía corresponder a una de las puertas del vestíbulo. Pero, ¡ay!, o las cerraduras eran demasiado grandes, o la llave era demasiado pequeña, lo cierto es que no pudo abrir ninguna puerta. Sin embargo, al dar la vuelta por segunda vez, descubrió una cortinilla que no había visto antes, y detrás había una puertecita de unos dos palmos de altura. Probó la llave de oro en la cerradura, y vio con alegría que ajustaba bien.
Alicia abrió la puerta y se encontró con que daba a un estrecho pasadizo, no más ancho que una ratonera. Se arrodilló y al otro lado del pasadizo vio el jardín más maravilloso que podáis imaginar. ¡Qué ganas tenía de salir de aquella oscura sala y de pasear entre aquellos macizos de flores multicolores y aquellas frescas fuentes! Pero ni siquiera podía pasar la cabeza por la abertura. «Y aunque pudiera pasar la cabeza», pensó la pobre Alicia, «de poco iba a servirme sin los hombros. ¡Cómo me gustaría poderme encoger como un telescopio! Creo que podría hacerlo, sólo con saber por dónde empezar.» Y es que, como veis, a Alicia le habían pasado tantas cosas extraordinarias aquel día, que había empezado a pensar que casi nada era en realidad imposible. 
De nada servía quedarse esperando junto a la puertecita, así que volvió a la mesa, casi con la esperanza de encontrar sobre ella otra llave, o, en todo caso, un libro de instrucciones para encoger a la gente como si fueran telescopios. Esta vez encontró en la mesa una botellita («que desde luego no estaba aquí antes», dijo Alicia), y alrededor del cuello de la botella había una etiqueta de papel con la palabra «BEBEME» hermosamente impresa en grandes caracteres. 
Está muy bien eso de decir «BEBEME», pero la pequeña Alicia era muy prudente y no iba a beber aqtrello por las buenas. «No, primero voy a mirar», se dijo, «para ver si lleva o no la indicación de veneno.» Porque Alicia había leído preciosos cuentos de niños que se habían quemado, o habían sido devorados por bestias feroces, u otras cosas desagradables, sólo por no haber querido recordar las sencillas normas que las personas que buscaban su bien les habían inculcado: como que un hierro al rojo te quema si no lo sueltas en seguida, o que si te cortas muy hondo en un dedo con un cuchillo suele salir sangre. Y Alicia no olvidaba nunca que, si bebes mucho de una botella que lleva la indicación «veneno», terminará, a la corta o a la larga, por hacerte daño.
Sin embargo, aquella botella no llevaba la indicación «veneno», así que Alicia se atrevió a probar el contenido, y, encontrándolo muy agradable (tenía, de hecho, una mezcla de sabores a tarta de cerezas, almíbar, piña, pavo asado, caramelo y tostadas calientes con mantequilla), se lo acabó en un santiamén. 
--¡Qué sensación más extraña! --dijo Alicia--. Me debo estar encogiendo como un telescopio. 
Y así era, en efecto: ahora medía sólo veinticinco centímetros, y su cara se iluminó de alegría al pensar que tenía la talla adecuada para pasar por la puertecita y meterse en el maravilloso jardín. Primero, no obstante, esperó unos minutos para ver si seguía todavía disminuyendo de tamaño, y esta posibilidad la puso un poco nerviosa. «No vaya consumirme del todo, como una vela», se dijo para sus adentros. «¿Qué sería de mí entonces?» E intentó imaginar qué ocurría con la llama de una vela, cuando la vela estaba apagada, pues no podía recordar haber visto nunca una cosa así. 
Después de un rato, viendo que no pasaba nada más, decidió salir en seguida al jardín. Pero, ¡pobre Alicia!, cuando llegó a la puerta, se encontró con que había olvidado la llavecita de oro, y, cuando volvió a la mesa para recogerla, descubrió que no le era posible alcanzarla. Podía verla claramente a través del cristal, e intentó con ahínco trepar por una de las patas de la mesa, pero era demasiado resbaladiza. Y cuando se cansó de intentarlo, la pobre niña se sentó en el suelo y se echó a llorar. 
«¡Vamos! ¡De nada sirve llorar de esta manera!», se dijo Alicia a sí misma, con bastante firmeza. «¡Te aconsejo que dejes de llorar ahora mismo!» Alicia se daba por lo general muy buenos consejos a sí misma (aunque rara vez los seguía), y algunas veces se reñía con tanta dureza que se le saltaban las lágrimas. Se acordaba incluso de haber intentado una vez tirarse de las orejas por haberse hecho trampas en un partido de croquet que jugaba consigo misma, pues a esta curiosa criatura le gustaba mucho comportarse como si fuera dos personas a la vez. «¡Pero de nada me serviría ahora comportarme como si fuera dos personas!», pensó la pobre Alicia. «¡Cuando ya se me hace bastante difícil ser una sola persona como Dios manda!» 
Poco después, su mirada se posó en una cajita de cristal que había debajo de la mesa. La abrió y encontró dentro un diminuto pastelillo, en que se leía la palabra «COMEME», deliciosamente escrita con grosella. «Bueno, me lo comeré», se dijo Alicia, «y si me hace crecer, podré coger la llave, y, si me hace todavía más pequeña, podré deslizarme por debajo de la puerta. De un modo o de otro entraré en el jardín, y eso es lo que importa.» 
Dio un mordisquito y se preguntó nerviosísima a sí misma: «¿Hacia dónde? ¿Hacia dónde?» Al mismo tiempo, se llevó una mano a la cabeza para notar en qué dirección se iniciaba el cambio, y quedó muy sorprendida al advertir que seguía con el mismo tamaño. En realidad, esto es lo que sucede normalmente cuando se da un mordisco a un pastel, pero Alicia estaba ya tan acostumbrada a que todo lo que le sucedía fuera extraordinario, que le pareció muy aburrido y muy tonto que la vida discurriese por cauces normales. 
Así pues pasó a la acción, y en un santiamén dio buena cuenta del pastelito. 

How doth the little crocodile... 

HOW doth the little crocodile 
Improve his shining tail, 
And pour the waters of the Nile 
On every golden scale! 

How cheerfully he seems to grin 
How neatly spreads his claws, 
And welcomes little fishes in, 
With gently smiling jaws! 

Lewis Carroll



BIOGRAFÍA DE GARCÍA MÁRQUEZ

Biografía del escritor Gabriel García Márquez.
Datos básicos del autor, breve biografía de su vida y listado completo de sus obras.

Datos Básicos del Autor:

Gabriel García Márquez
Nombre completo: Gabriel José de la Concordia García Márquez
Lugar de nacimiento: Municipio de Aracata, Magdalena, Colombia
Fecha de nacimiento: 6 de marzo de 1927
Murió: 17 de abril de 2014 en Ciudad de México
Géneros literarios: Novelas / Cuentos

Biografía

Es hijo de Gabriel Eligio García y de Luisa Santiaga Márquez Iguarán, Gabriel García Márquez nació en Aracataca, en el departamento del Magdalena, Colombia.
Cursó sus estudios secundarios en San José a partir de 1940 y finalizó su bachillerato en el Colegio Liceo de Zipaquirá, el 12 de diciembre de 1946. Se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cartagena el 25 de febrero de 1947, aunque sin mostrar excesivo interés por los estudios. Su amistad con el médico y escritor Manuel Zapata Olivella le permitió acceder al periodismo. Inmediatamente después del "Bogotazo" (el asesinato del dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá, las posteriores manifestaciones y la brutal represión de las mismas), comenzaron sus colaboraciones en el periódico liberal El Universal.
García Márquez contrajo matrimonio en Barranquilla en 1958 con Mercedes Barcha, la hija de un boticario. En 1959 tuvieron a su primer hijo, Rodrigo, quien se convirtió en cineasta; y tres años después, nació su segundo hijo, Gonzalo, actualmente diseñador gráfico en Ciudad de México.
A los veintisiete años publicó su primera novela, "La hojarasca", en la que ya apuntaba los rasgos más característicos de su obra de ficción, llena de desbordante fantasía.
Pero, la notoriedad mundial de García Márquez comienza cuando se publica "Cien años de soledad" en junio de 1967, en una semana vendió 8000 copias. De allí en adelante, el éxito fue asegurado, y la novela vendió una nueva edición cada semana, pasando a vender medio millón de copias en tres años. Fue traducido a más de veinticuatro idiomas, y ganó cuatro premios internacionales. El éxito había llegado por fin y el escritor tenía 40 años cuando el mundo aprendió su nombre. Por la correspondencia de admiradores, los premios, entrevistas, las comparecencias; era obvio que su vida había cambiado. En 1969 la novela ganó el Chianchiano Aprecia en Italia y fue denominado el «Mejor Libro Extranjero» en Francia. En 1970, fue publicado en inglés y fue escogido como uno de los mejores doce libros del año en Estados Unidos.
García Márquez ha recibido numerosos premios, distinciones y homenajes por sus obras; el mayor de todos ellos, el Premio Nobel de Literatura en 1982. Según la laudatoria de la Academia Sueca, «por sus novelas e historias cortas, en las que lo fantástico y lo real son combinados en un tranquilo mundo de imaginación rica, reflejando la vida y los conflictos de un continente".
El jueves 17 de abril de 2014, a los 87 años, murió en la ciudad de México Gabriel García Márquez uno de los autores más admirado y reconocido de la literatura latinoamericana.

Obras

Listado de sus obras:
Cuentos y Relatos
  • 1947: La tercera resignación
  • 1948: La otra costilla de la muerte
  • 1948: Eva está dentro de su gato
  • 1949: Amargura para tres sonámbulos
  • 1949: Diálogo del espejo
  • 1950: Ojos de perro azul
  • 1950: La mujer que llegaba a las seis
  • 1951: Nabo, el negro que hizo esperar a los ángeles
  • 1952: Alguien desordena estas rosas
  • 1953: La noche de los alcaravanes
  • 1955: Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo
  • 1962: La siesta del martes
  • 1962: Un día de éstos
  • 1962: En este pueblo no hay ladrones
  • 1962: La prodigiosa tarde de Baltazar
  • 1962: La viuda de Montiel
  • 1962: Un día después del sábado
  • 1962: Rosas artificiales
  • 1962: Los funerales de la Mamá Grande
  • 1968: Un señor muy viejo con unas alas enormes
  • 1968: La luz es como el agua
  • 1961: El mar del tiempo perdido
  • 1968: El ahogado más hermoso del mundo
  • 1968: El último viaje del buque fantasma
  • 1968: Blacamán el bueno vendedor de milagros
  • 1970: Muerte constante más allá del amor
  • 1972: La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada
  • 1992: Doce cuentos peregrinos
Novelas, recopilaciones y reportajes

jueves, 24 de abril de 2014

DAILY ROUTINES

Mira los siguientes vídeos para aprender a hablar sobre tus rutinas diarias

   SONGS





A STORY






VOCABULARY AND ACTIVITIES 





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daily routines exercises



viernes, 13 de diciembre de 2013

THE TIME

THE TIME

  

Para preguntar la hora usamos: what time is it?

También podemos usar otra expresiones más formales como:

  • Could you tell me the time , please?
  • have you got the time?
  • do you know the time?
El día se divide en cuatro partes:
  • por la mañana          = in the morning
  • por la tarde              = in the afternoon 
  • por la tarde- noche = in the evening
  • por la noche             = at night
También se usa  para indicar las horas a.m. (antes del mediodía) y p. m. (después del mediodía)
  •  mediodía = midday                                                              
  •  media noche = midnight

Some examples:


8:00 a.m. = eight o’clock in the morning.
10:30a.m.=half past ten in the morning
15:15 p.m. = quarter past three in the afternoon.
21:30 p.m. = half past nine in the evening
23:00 p.m. = eleven o’clock at night


TELLING THE TIME








En el reloj hay dos manecillas: larga y corta.
La manecilla larga indica los minutos y la corta las horas.
Siempre que la manecilla larga se mueva desde las 12:00h. hasta las 6:00h. diremos PAST.
Siempre que la manecilla larga se mueva desde las 6:00h. hasta las 12:00h. diremos TO.


1º miramos al manecilla larga y decimos los minutos
2º decimos PAST si está a la derecha
3º decimos TO si está a la izquierda
4º miramos al manecilla corta  y decimos la hora

RECUERDA

Para contestar siempre decimos:  It's......
Para decir a las + hora decimos:  At

Mira  la imagen: 

 what time is it?


 

Animo, a practicar y divertirse.
Let’s practice!
Repasa la teoría + listening                                            Game 1
Exercise 1                                                                         Game 2
Exercise 2                                                                         Game 3
Exercise 3                                                                         Game 4
Interesting vocabulary



ALGUNOS VIDEOS PARA PRACTICAR Y DIVERTIRTE